Ajedrez: "Grandes Jugadores" Boby Fischer



Bobby Fischer 
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Aunque se le reconoce como niño prodigio, Bobby Fischer no lo fue estrictamente, como José Raúl Capablanca, Samuel Reshevsky o Arturo Pomar. Su desarrollo al principio fue más bien lento. Hasta los trece años no comenzó a despuntar como un jugador de capacidad superior; antes de esa edad no se apreciaban en sus resultados y su calidad de juego signos de genialidad. Es exacta la aseveración del árbitro internacional español Pablo Morán en el sentido de que "Como niño prodigio no fue muy brillante; en cambio, como adolescente prodigio no ha tenido parangón en la historia del ajedrez".


Fue hijo de la enfermera suiza Regina Wender y del físico de origen alemán Hans-Gerhardt Fischer, aunque existe controversia respecto de si este último fue el verdadero padre biológico de Bobby, pues Regina y Hans-Gerhardt no vivían juntos desde 1939.3 En cualquier caso, la pareja no obtuvo el divorcio hasta 1945, cuando Fischer tenía dos años, quedando con su hermana Joan al cuidado de su madre. En 1949, la familia se trasladó a Nueva York, a un pequeño apartamento en Brooklyn. Fischer aprendió a jugar ajedrez por sí mismo, a partir de las instrucciones que venían en un estuche con diversos juegos que le regaló su hermana. En enero de 1951, gracias a un anuncio en el periódico, Fischer participó en una sesión de simultáneas contra el maestro Max Pavey; esa fue su primera aparición pública como ajedrecista, y aunque perdió, según confesión propia, le sirvió de estímulo para seguir estudiando. El presidente del Brooklyn Chess Club, Carmine Nigro, fue su mentor de ajedrez, quien le enseñó los fundamentos de la estrategia y lo introdujo en el mundo del ajedrez de competición.


                                         Bobby Fischer sonriendo en una partida contra John Collins (c. 1958).

En 1955 ingresó al Manhattan Chess Club y participó por primera vez en el Campeonato Junior de Estados Unidos, finalizando en décimo lugar. Un año después, en Filadelfia, conquistaría el título juvenil, ganando ocho partidas, empatando una y perdiendo otra. Poco después de esta victoria, Fischer abandonó la Erasmus Hall High School para dedicarse por completo al ajedrez. Sus profesores lo recordaban como un muchacho difícil, aunque su coeficiente intelectual, el mismo de Albert Einstein según las pruebas,4 rebasaba los 180 puntos. En 1956, John W. Collins, que había sido tutor de otros jugadores sobresalientes, como Robert Byrne y William Lombardy, le aceptó como alumno. En algunas ocasiones se ha descrito a Collins como una figura paterna para Fischer.
Sobre su partida con D. Byrne, conocida por algunos como la "partida del siglo", el doctor Max Euwe, campéon del mundo entre 1935 y 1937, comentó: "que un renombrado Maestro se confíe demasiado ante un jugador joven en pleno progreso, y sufra por ello una seria derrota, no tiene en sí nada de particular, y en la historia del ajedrez se registran bastantes ejemplos. Mas lo que no sucede todos los días es que un escolar de trece años supere francamente en la combinación a uno de los mejores jugadores de América. Las combinaciones de Fischer no son particularmente profundas, mas tampoco evidentes".
Ajedrez profesional.

Su carrera coincide con el encumbramiento de la escuela soviética del ajedrez que, subvencionada gubernamentalmente, dominó la disciplina de 1948 a 1972. El campeonato de Estados Unidos de 1957 tenía para la FIDE, en el sistema de candidatos al título mundial, categoría zonal. Bobby Fischer, que había terminado noveno en la edición anterior, campeón juvenil de Norteamérica, se alzó con el primer lugar, calificándose al Torneo Interzonal de Portoroz del año siguiente, en el que se clasificaría sexto. Un resultado magnífico que le permitió acceder al torneo de Candidatos, y obtener de forma automática el título de Gran Maestro. Muchos jugadores han superado desde entonces el récord de precocidad de Fischer al obtener el máximo título (15 años, 6 meses, 1 día), cabe señalar, sin embargo, que el estadounidense lo alcanzó con recursos muy limitados, en una época en la que la información ajedrecística, particularmente la que llegaba a Estados Unidos, era mínima y en muchos casos obsoleta, sin entrenadores, como los jugadores soviéticos que recibían apoyo oficial, y sin el auxilio de potentes programas de juego y bases de datos como acostumbran los jugadores actuales. Debieron pasar treinta y tres años para que la húngara Judit Polgár estableciera una nueva marca.

Disputó nueve veces el Torneo Rosenwald de Nueva York, en el que se dirimía el campeonato de Estados Unidos. En su primera participación sólo pudo ganar un par de partidas, aunque una de ellas, su victoria ante Donald Byrne, lo proyectó a la fama internacional pues se publicó en revistas especializadas prácticamente de todo el mundo. En dicho juego Fischer ligó varias combinaciones brillantes que lo condujeron a dar mate a su rival, aún más sorprendentes si se toma en cuenta que apenas contaba con trece años de edad. En sus restantes ocho apariciones obtuvo el título nacional con al menos un punto de ventaja sobre el segundo lugar. En la edición de 1963, además, logró la proeza de coronarse campeón triunfando en todas las partidas, una hazaña jamás repetida, pues participaban en el certamen leyendas del ajedrez occidental como Samuel Reshevsky, Larry Evans, Pal Benko y Robert Byrne.

Olimpiadas de Ajedrez
Robert Fischer acudió a cuatro Olimpiadas de ajedrez con el equipo de Estados Unidos. En todas ellas consiguió resultados sobresalientes, incluyendo dos medallas de plata y una de bronce defendiendo el primer tablero de su país. Sus enfrentamientos contra el equipo soviético, cuyo primer tablero generalmente ocupaba el campeón del mundo, produjeron partidas extraordinarias que recogen las antologías. En Leipzig, en 1960, empató espectacularmente con Mijaíl Tal; al término del juego, Fischer le dijo con sorna al campeón: "no juega usted mal", a lo que Tal respondió: "es la primera vez que usted lo reconoce, y si me hubiera ganado afirmaría que jugué como un genio".6
En Varna, dos años después, se encontraría con el legendario Mijaíl Botvinnik al que dominó durante toda la partida, aunque éste salvaría el empate gracias al análisis en el aplazamiento de sus compañeros de equipo, especialmente de Efim Geller, alcanzando un final de tablas teóricas en desventaja material. En la Olimpiada de La Habana, la Unión Soviética reservó al campéon Petrosián, y Fischer tuvo que jugar con el subcampeón Borís Spaski con quien firmaría el empate después de cincuenta y siete movimientos de una Apertura Española o Ruy López. En su última presentación "olímpica", en Siegen, Alemania, Spassky, ya como campeón mundial, derrotaría brillantemente al gran maestro de Brooklyn. Fischer en total ganó cuarenta partidas, empató dieciocho y perdió siete en la máxima competición por equipos del ajedrez, con un porcentaje de efectividad de 75,4 por ciento.

Torneos internacionales
El campeonato del mundo, aún con su enorme talento y dedicación al juego, habría de esperar algunos años. En 1959, en Yugoslavia, terminó en un discreto sexto lugar, empatado en puntos con el local Svetozar Gligorić. En 1962, triunfó en el Interzonal de Estocolomo, con dos puntos de ventaja sobre Geller y Petrosián, quien se coronaría campéon del mundo un año después. En el Torneo de Candidatos de Curazao, sin embargo, Fischer terminaría sorprendentemente en un lejano cuarto lugar, detrás de Petrosián, Keres y Geller, y denunciaría en un artículo de revista que los soviéticos jugaban en equipo, asistiéndose, y haciendo tablas fáciles entre ellos para repartirse los puntos y no cansarse, a efecto de asegurar que ningún jugador occidental ganara el torneo. Las acusaciones de Fischer desde luego no pudieron probarse, pero poco después la FIDE cambiaría las reglas del campeonato del mundo, sustituyendo el sistema del torneo de candidatos por el de los enfrentamientos individuales.
Fischer se retiró temporalmente del ajedrez profesional algunos meses entre 1964 y 1965, dedicado a dar exhibiciones, y no participó en el ciclo de candidatos que culminó con la partida entre Tigran Petrosián y Boris Spassky en 1966, ni acudió a la Olimpiada de Tel Aviv. En 1967, no obstante, se presentaría al Interzonal de Sousse en una nueva acometida por el título mundial. Después de diez rondas, Fischer encabezaba la clasificación con un récord impresionante de siete victorias y tres empates, cuando decidió intempestivamente abandonar el torneo, aduciendo un calendario cargado. La crítica de Fischer parecía injusta pues el torneo se había estructurado, entre otras cosas, para respetar los días de descanso que sus creencías religiosas le imponían. De ese certamen es memorable su partida frente a Reshevsky, pues Fischer apareció en la sala de juego pocos minutos antes de perder por incomparecencia, y con la mitad del tiempo asignado en su reloj derrotó con relativa facilidad a su ilustre contrincante.

Planilla de anotación de Fischer correspondiente a la tercera ronda de las Olimpiadas de Ajedrez de 1970, frente a Miguel Najdorf.
Bobby Fischer ganó todos los torneos en los que participó desde el mes de diciembre de 1962 hasta el Campeonato del Mundo de 1972, con sólo dos excepciones: el Torneo Memorial Capablanca de 1965, que jugó por teletipo desde Nueva York, en el que quedó empatado en segundo lugar con Borislav Ivkov y Efim Geller, medio punto por detrás del ganador Smyslov; y la Copa Piatigorsky de 1966, en la que ocupó el segundo lugar, un punto y medio detrás de Spassky. En toda su carrera jamás perdió un enfrentamiento individual o match, como se le conoce en la jerga ajedrecística. Derrotó al filipino Cardoso en 1957 y dejó inconcluso un duelo con Reshevsky en 1961 por desacuerdos con los organizadores, empatado después de once partidas; en su camino al campeonato del mundo se adjudicó cuatro victorias, y en 1992 derrotaría de nuevo a Spassky en un enfrentamiento de desquite.
Una de las características que distinguían a Fischer era la velocidad de su juego. En muy contadas ocasiones se veía en apuros de tiempo, pues casi siempre jugaba de manera sistemática y veloz. No es de extrañar entonces que se convirtiera en uno de los mejores jugadores de ajedrez relámpago o "blitz". En 1970 se disputó en Herceg Novi el torneo de partidas rápidas más importante, hasta ese momento, de la historia. Fischer triunfó al lograr diecinueve de los veintidós puntos posibles sobre rivales muy fuertes, como los ex campeones mundiales Tal, Petrosián y Smyslovv, y antiguos aspirantes como David Bronstein y Reshevsky. Sólo Robert Fischer y Mijaíl Tal fueron capaces de reproducir de memoria, una vez terminada la competencia, las partidas que habían jugado.
Ese mismo año se llevó a cabo en Belgrado el match entre la URSS y los mejores jugadores del resto del mundo. Bobby Fischer accedió a jugar en el segundo tablero, cediendo el primero al danés Bent Larsen, que había obtenido mejores resultados en los meses anteriores, pues el estadounidense había permanecido inactivo. Fischer tuvo que enfrentar a Tigrán Petrosián, el subcampeón mundial, a quien venció convincentemente 3 a 1, dos victorias y dos tablas, a pesar de haber permanecido alejado de los tableros. En la edición 1970, Bobby Fischer ganaría por primera vez el Óscar del Ajedrez, distinción que repetiría los dos años siguientes.

Encuentros de Candidatos
En 1972, finalmente, alcanzaría el derecho a disputar el Campeonato del Mundo. Obtuvo el primer lugar en el Torneo Interzonal de Palma de Mallorca, en el que ganó quince de las veinticuatro partidas que disputó, algo verdaderamente inusual tomando en consideración el nivel del torneo. Posteriormente, en el apogeo de su fuerza, arrollaría en el ciclo de Candidatos a los grandes maestros Mark Taimánov y Bent Larsen, dejando a ambos en cero en sus respectivos enfrentamientos. Es difícil explicar lo excepcional de estos resultados. En el ajedrez de alto nivel el empate es un resultado natural, pues lo normal es que a los contendientes les cueste trabajo romper el equilibrio. Habría que remontarse a 1876, una época de ajedrez aún rudimentario, concretamente el enfrentamiento entre Steinitz y Blackburne para hallar un resultado similar.
En la final de Candidatos, Fischer derrotaría en Buenos Aires al ex campeón mundial Tigrán Petrosián 6,5 a 2,5, ganando con ello el derecho a enfrentarse a Boris Spassky con el título mundial en juego. Su cadena de 19 victorias consecutivas, las 6 últimas del Interzonal, las de sus enfrentamientos con Taimánov y Larsen y la primera de su encuentro con Petrosián, constituye un auténtico hito en la historia del ajedrez.
Fuerza de juego

A partir de 1970, la Federación Internacional de Ajedrez adoptó la fórmula del científico húngaro Árpád Élő para estimar la fuerza de juego en el ajedrez. Robert Fischer, a la luz de este sistema, vigente en nuestros días, alcanzó la marca de 2785 puntos de rating, registro que durante mucho tiempo se consideró el mejor rendimiento conseguido por un ajedrecista. Con el tiempo, varios jugadores notables han ido superando la barrera de los 2800 puntos, entre ellos, cinco campeones del mundo, Gari Kaspárov, Veselin Topálov, Vladímir Krámnik, Viswanathan Anand y Magnus Carlsen, así como el gran maestro armenio Levon Aronian. Este hecho por sí solo, sin embargo, no significa que su desempeño haya sido superior al logrado por Fischer años atrás, al menos desde el punto de vista estadístico. Esto se debe al fenómeno conocido como "inflación del elo".7 Los ratings de los jugadores han ido aumentando de manera imperceptible pero sostenida a través de los años, y aunque excede el propósito de este artículo referir las causas del fenómeno en cita, al que constantemente se le busca solución,8 es cosa establecida que la evaluación elo no resulta un criterio fiable para comparar el nivel de ajedrecistas pertenecientes a diferentes épocas.
Con independencia de cómo pueda medirse la potencia de un ajedrecista, Fischer fue, sin duda, un jugador excepcional. Su estilo no es fácil de definir, pero, según sus propios rivales, se basaba en una combinación de energía y ambición de victoria, precisión táctica, preparación teórica, firmeza estratégica y confianza en sí mismo.
El "encuentro del siglo"

El encuentro por el campeonato del mundo de 1972 fue singular por diversas razones, aunque algunas de ellas nada tenían que ver con el ajedrez. Reikiavik representó el enfrentamiento de dos mitos de invencibilidad. El primero era el propio Fischer, que nunca había ocultado su fobia deportiva hacia los grandes maestros soviéticos. Sus excentricidades, exigencias y reacciones eventualmente infantiles, para bien o para mal lograron interesar al gran público de ordinario ajeno a las incidencias del ajedrez profesional. Lo excepcional del norteamericano, sin embargo, eran sus resultados. Su ranking elo era 125 puntos superior al de Spassky. Si no se hubiera tratado del número uno y dos del ranking mundial, la estadística indicaría solamente el enfrentamiento de dos ajedrecistas de diferente categoría.
Tal era la distancia que Fischer mantenía con relación a sus contemporáneos. El retador, en efecto, parecía invencible. No obstante, enfrentaba a un rival temible, otro auténtico mito de invulnerabilidad. Ese rival no era exactamente Spassky, un espléndido jugador al que Fischer no había podido vencer antes de la partida, sino la poderosa estructura de ajedrez de la Unión Soviética, dirigida por el Comité de Educación Física y Deportes, que había producido a todos los campeones y subcampeones mundiales desde 1948, y había ganado cada una las Olimpíadas que se habían efectuado desde entonces. Ningún campeonato del mundo desde 1951 se había disputado fuera de Moscú.
El ajedrez, en definitiva, era una cosa muy seria en la Unión Soviética, con importantes implicaciones políticas, pues sus frecuentes triunfos eran considerados una prueba de la superioridad del régimen; no podían permitirse, en consecuencia, perder el título a manos de un aspirante de Estados Unidos. Botvinnik puso a disposición del equipo de Spassky un análisis exhaustivo de las partidas de Fischer; en el que Igor Bondarevsky abordaría la parte técnica; Efim Geller el repertorio de aperturas; Nicolay Krogius la asistencia psicológica; e Ivo Ney se encargaría de la puesta a punto física del campeón.9 El match no podía ser, por sus circunstancias particulares, un mero evento deportivo. Se enfrentaban dos maneras muy distintas de entender al mundo que aspiraban a la supremacía. Por unos meses la Guerra Fría se trasladó a un tablero de ajedrez.
Fischer perdió las dos primeras partidas, la segunda por no presentarse. Parecía que Spassky retendría el título para el ajedrez soviético; pero Bobby venció en la tercera. La cuarta partida fue tablas y desde la quinta, se impuso rotundamente el gran maestro estadounidense. Después de un tenso desarrollo, Fischer venció a su rival tras 21 partidas (Spassky abandonó la partida decisiva mientras su contrincante dormía en el hotel) y se coronó campeón mundial el 1 de septiembre de 1972 con un total de 7 partidas ganadas, 3 perdidas y 11 tablas. Ha sido el único estadounidense en conquistar el título.

Desafortunadamente, en la práctica, este momento culminante también marcó el fin de su carrera. Desde entonces, no volvió a jugar ninguna partida oficial durante su reinado y, cuando en 1975 tuvo que defender el título frente al aspirante Anatoli Kárpov, planteó volver al sistema antiguo (anterior a 1948) de requerir 10 victorias para proclamar al nuevo campeón sin contar las tablas, y en caso de empate a nueve mantendría el título, es decir para ganar el título Kárpov debía aventajarle por dos victorias mínimo, exigencias inaceptables para los rusos; la FIDE, entonces bajo el dominio soviético, le despojó del título por incomparecencia y proclamó campeón a Anatoli Kárpov.
Desde entonces y hasta 1992, no volvió a jugar en público y llevó una vida retirada y excéntrica.
Participó en 1992 en un torneo en Yugoslavia, en violación a una resolución de la ONU, jugando contra Spassky, derrotándolo y recibiendo casi 4 millones de dólares. Su participación en este torneo podía acarrearle hasta diez años de cárcel, por lo que jamás regresó a los Estados Unidos.
Falleció el jueves 18 de enero de 2008 a los 64 años en Reikjavik (Islandia) a causa de una enfermedad renal.
El 17 de junio del 2010, la Corte Suprema de Islandia determinó que el cuerpo de Fischer debía de ser exhumado y analizado para determinar si es el padre de Jinky Young, cuya madre asegura haber tenido una relación con el campeón. Finalmente el 5 de julio del 2010 las autoridades islandesas exhumaron el cuerpo del campeón de ajedrez estadounidense Bobby Fischer para determinar si es el padre de una niña filipina de nueve años. Su cuerpo fue extraído de un cementerio cercano a la localidad de Selfoss, al sur de Islandia, en presencia de un médico, un párroco y diversos oficiales.
Tras tomar las muestras de ADN el cuerpo de Fischer fue enterrado de nuevo. Magnus Skulason, un íntimo amigo de Fischer, sostenía que Fischer no era el padre de la niña. Finalmente, 17 de agosto de 2010, se informó de que la prueba de ADN había revelado que Jinky Young no era la hija de Bobby Fischer.